El Fundador P. Jaime Bonet

Su familia, primer santuario de la vida y amor de Dios

Jaime Bonet Bonet, nació en Alquería Blanca (Mallorca-España), de dos trabajadores de fe profunda y sencilla, Jaime y María.

Las catequesis que daba su padre a chicos y grandes en los caseríos vecinos, junto con la fe sólida y amor práctico de su madre, fueron el ambiente donde la vocación de Jaime se fue forjando de forma progresiva. Unido a ello, este ambiente de fe se enriquecía con la educación de los primeros años recibida en la escuela de primaria de las Religiosas Franciscanas de Alquería y en los años de secundaria con los Hermanos de las Escuelas Cristianas.

“Si existes hazme feliz”

A los 14 años, Jaime experimenta la vocación desde su primera vivencia de diálogo con Dios. Es un coloquio con el Jesús Crucificado y Jesús en la Eucaristía, donde experimenta el gozo que da Dios a los que lo escuchan y, al mismo tiempo, siente que le pide: “Dame a los hombres, lleva mi amor a los demás”. Con el deseo de seguir ahondando en el conocimiento de Dios y la urgencia de poder compartirlo con los más pobres de la tierra el joven Jaime ingresó en ese mismo año de 1940 en el Seminario Diocesano de Mallorca.

Años en el seminario

A los dos años de su ingreso en el Seminario, es recibido en el Colegio Mayor de Nuestra Señora de la Sapiencia, permaneciendo hasta su ordenación sacerdotal y siendo elegido como Rector del mismo Colegio en los años anteriores al sacerdocio. En estos años organizó entre sus compañeros una Escuela o “Academia de predicación” con la inquietud de una buena preparación para realizar el Ministerio de la Palabra.

Ya en estos primeros pasos de su vocación alternaba sus intensos estudios con una actividad apostólica incansable: explicación del catecismo a los gitanos y pobres; semanas de predicación a los jóvenes y mayores de las barriadas pobres y de su mismo pueblo; charlas a los alumnos del Instituto de Enseñanza Media de Palma de Mallorca; dirección de círculos de estudio.

A estas actividades hay que añadir su participación en los nacientes Cursillos de Cristiandad, fundados en la diócesis de Palma de Mallorca, y en el trabajo apostólico de Acción Católica.

Apóstol de la Palabra en Mallorca

Una vez ordenado como sacerdote en Barcelona, el 31 de mayo de 1952, el obispo Juan Hervas lo nombró párroco de Mancor del Valle y director del Santuario de Santa Lucía, sede principal de los Cursillos de Cristiandad. Desplazados los Cursillos fuera de Mallorca, el Padre Jaime continuó con su predicación por toda la Isla de Mallorca.

Entre sus actividades un lugar privilegiado era la predicación de Ejercicios Espirituales en los noviciados de religiosos y religiosas de la Diócesis, y a los teólogos del Seminario Diocesano. En 1960 el obispo Jesús Enciso Viana, lo destinó al Consejo Diocesano de Acción Católica con el particular cometido de impulsar el espíritu evangélico y apostólico.

La predicación del joven sacerdote iba creando un dinamismo apostólico en toda la isla. El crecimiento de los grupos que querían prepararse para la predicación, llevó a Jaime a crear escuelas apostólicas o escuelas de evangelización con jóvenes que, en la medida que se formaban, se convertían en fermento en otras muchas parroquias.

El Verbum Dei se hace carne

En este ambiente apostólico de crecientes escuelas de evangelización, y ante el insistente ruego y deseo de Monseñor. Enciso Viana, nació el Verbum Dei el 17 de enero de 1963. Desde su inicio, el obispo le ofreció todo su apoyo y estima, ratificado posteriormente por Monseñor Rafael Lara Álvarez, obispo sucesor, quien acogió e impulsó eficazmente el crecimiento de la Fraternidad naciente.

Siervo de Cristo y apóstol por vocación

Desde el momento de la fundación del Verbum Dei, Jaime fue dispensado por el obispo de trabajo parroquial, dedicándose a tiempo completo a la predicación de convivencias y ejercicios espirituales, además del seguimiento y orientación del naciente Instituto Verbum Dei.

Posteriormente centro su actividad y dedicación apostólica a la guía de la Fraternidad Verbum Dei, orientando las nuevas fundaciones por los cinco continentes y la maduración del carisma en todos los miembros.

Un medio privilegiado para Jaime, en la configuración del carisma, han sido los ejercicios espirituales de mes y su predicación diaria por los diversos centros Verbum Dei del mundo.

Su espiritualidad y estilo de vida se han identificado de forma peculiar con la vida y estilo de San Pablo, por su dedicación incansable a la predicación y fundación de comunidades. Al mismo tiempo ha bebido de los grandes místicos y maestros de oración como Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz, San Francisco de Asís, San Ignacio de Loyola, Santa Teresita del Niño Jesús, Carlos de Foucould, entre otros.